La Asamblea General extraordinaria de la ONU votó este miércoles una resolución de condena de la invasión rusa a Ucrania. Sumó 141 votos a favor, cinco en contra (Bielorrusia, Eritrea, Corea del Norte, Siria y la propia Rusia) y 35 abstenciones. En este último grupo destacan China, y también cuatro países de América Latina: Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua. Un quinto, Venezuela, aliado incondicional de Moscú, tiene su voto inhabilitado por deudas con el organismo. Fueron relevantes los votos positivos de Argentina y Brasil, dos países que habían jugado la carta de la neutralidad y que finalmente se decantaron por el repudio.
La resolución de la Asamblea General exige a Moscú el cese “inmediato” de la ofensiva miliar sobre Ucrania. Fue la respuesta de la ONU al veto ruso en el Consejo de Seguridad de la ONU a una condena de la invasión. Rusia es, junto con Estados Unidos, Reino Unido, Francia y China, uno de los cinco países con derecho a veto en ese órgano. Los países occidentes sortearon el bloqueo del Kremlin con una convocatoria de urgencia a la Asamblea General, donde cada país tiene un voto y no hay poderes especiales. El escenario de la discusión abierta puso en evidencia los argumentos del bloque latinoamericano prorruso.
El más entusiasta fue Venezuela. Nicolás Maduro reveló el martes que llamó a Vladímir Putin para “ratificarle la condena de Venezuela a las acciones desestabilizadoras de la OTAN”. “Maduro expresó su fuerte apoyo a las acciones decisivas de Rusia”, destacó más tarde el Kremlin en un comunicado. Venezuela no pudo votar este miércoles en la ONU porque acumula una deuda millonaria con la organización, pero dejó su opinión. “La ONU no puede ser utilizada para profundizar los conflictos”, dijo el embajador Samuel Moncada. Sí estuvieron presentes con voz y también con voto los representantes de otros aliados rusos, como Cuba.
Su embajador ante la ONU, Pedro Pedroso Cuesta, dijo que para “examinar con rigor y honestidad” la situación en Ucrania hay que valorar lo que consideró “el empeño” de Estados Unidos para avanzar bajo el paraguas de la OTAN sobre las fronteras rusas. Mencionó también la “entrega de armas modernas” a Kiev. La lectura cubana coincide con la rusa: la invasión es una respuesta a una agresión previa de Occidente, que no escuchó los clamores de seguridad del Kremlin. A su turno, el nicaragüense Jaime Hermida Castillo habló de “cerco militar”. Bolivia justificó su abstención con un alegato al reparto de responsabilidades. Según el embajador Diego Pary hubo parte de culpa “en las potencias occidentales que a través de la OTAN ponen en riesgo la seguridad y la paz de otros Estados”. “Usando Estados intermediarios que favorecen las ambiciones expansionistas de estas potencias de occidente y amenazan la seguridad de sus vecinos”, afirmó Pary, donde Ucrania es el Estado “intermediario” y Rusia el vecino amenazado.
La votación no solo puso negro sobre blanco entre aquellos que están del lado ruso. Reveló también el giro de Brasil y Argentina, que hasta ahora habían jugado la carta de la neutralidad. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, visitó a Putin el 24 de febrero y en el arranque de la semana había advertido que su país no había decidido aún su voto. Finalmente, el Palacio de Itamaraty se decantó por el apoyo a la resolución, lo mismo que Argentina. Alberto Fernández también había visitado Moscú en los días previos a la invasión y desde allí había ofrecido al Kremlin ser “la puerta de entrada a América Latina”. Este miércoles, sin embargo, la embajadora argentina ante la ONU, María del Carmen Squeff, advirtió en su discurso que “ninguna adquisición territorial puede ser reconocida como legal a partir del uso o la amenaza del uso de la fuerza”.
México, en tanto, cargó contra el derecho a veto de Rusia como integrante del Consejo de Seguridad. “México demanda una vez más que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad se abstengan de hacer uso del veto ante situaciones en las que estén directamente involucrados o frente a situaciones de atrocidades masivas”, como ha hecho Rusia, dijo el embajador mexicano ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente.
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